miércoles, mayo 31, 2006

un ejercicio les sugiero

Hola.
Quiero recomendarles un ejercicio que inventé y que practico hace algunos años.

En primer lugar, les cuento que se basa en lo siguiente:
Se dice que todos nosotros, un instante antes de morir, revivimos nuestra vida completa. Muchas personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte cuentan cómo recapitularon sus vidas, aunque sólo hayan alcanzado a hacerlo parcialmente.
Incluso algunas culturas no occidentales no esperan hasta la muerte, sino que practican la recapitulación en vida, de modo de limpiarse energéticamente de eventos pasados que los hayan afectado negativamente.
El asunto es que si cada evento que vivimos (por ejemplo, este mismo de estar sentado frente a una pantalla leyendo) va a ser revivido al momento de morir, podría intentarse algo donde se saque provecho de esa repetición...
Por otro lado, tal vez no todos los eventos vayan a recapitularse, pero pienso que las experiencias más importantes tendrían mayor probabilidad de revivirse.

Mi ejercicio es así:
Al momento de vivir una sensación clara, importante, profunda, fuerte o al menos que nos conmueva, detenerse un instante para decir en voz alta que esa sensación, que ese evento, va un día a ser revivido tal cual... Y que el momento de revivirlo será un poco antes de morir... Y luego reflexionar al respecto: ¿qué estaba haciendo antes de esto? ¿Estoy viviendo esto por primera vez o es que estoy muriendo y rememorando esta situación?
Considero importante que sea dicho en voz alta para ganar lucidez en ese momento.
Mi esperanza es que, si efectivamente voy a revivir ese suceso al morir, la reflexión post-evento pueda sacudir mi conciencia, me pueda "despertar" un poco y así ganar algún control antes de perder definitivamente mi fuerza vital.
También considero importante que se escoja un momento que nos toque profundamente, de modo que vaya a ser de seguro recapitulado.

Como ejemplo, voy a relatar la última vez que lo practiqué:

El domingo pasado, manejando de Viña a Santiago, tomé la Cuesta La Dormida. Acababa de oscurecer, y una espesa niebla permitía ver tan sólo a unos pocos metros adelante. Subiendo por esa cuesta en esas condiciones, obligadamente tuve que mantener una velocidad muy baja.
Luego de manejar concentradamente durante varios kilómetros, observé que la niebla se empezaba a volver cada vez menos densa, hasta que finalmente desapareció por completo... Yo ya estaba más alto que las nubes.
Seguí el ondeante camino, y al tomar una de las curvas se abrió ante mis ojos uno de los paisajes más sublimes que he visto: estaba yo en la cima de un cerro, y un suelo de nubes se extendía hasta más allá de donde podía ver... Aunque estaba oscuro, el Sol ausente aún teñía de naranjo algunas nubes bajas y densas del horizonte, que se degradaban hasta el negro. Otras nubes altas estaban desperdigadas por todo el cielo, distribuidas casi en líneas horizontales, semejando persianas que dejaban entrever una miríada de estrellas y una luna esbelta, muy delgada y alta en el cielo, que tomaba todos los colores del firmamento y que parecía robarse el espectáculo de esa noche.
Extasiado con esa visión, paré el auto y me bajé a contemplar. Salí del camino, caminé un poco hasta el borde del cerro y quedé estático frente al paisaje. Silencié mi mente tanto como me fue posible, y me dediqué a percibir con todo mi cuerpo aquel majestuoso regalo que me estaba dando la Naturaleza...
Luego de un momento de contemplación pura, recordé mi ejercicio y pensé que sería un buen momento para realizarlo. Entonces dije en voz alta: "al momento de morir volveré a este lugar, y volveré a este momento... voy a ver lo que estoy viendo ahora y a sentir lo que ahora estoy sintiendo... ¿ésta es la primera vez que vivo este evento, o es que ya lo estoy reviviendo?".
Y luego me di un momento para reflexionar al respecto.

Así es el ejercicio.


Tal vez nunca recapitule antes de morir. Y si recapitulo, tal vez mi mente no participe en absoluto del proceso y sea sólo un acto energético. O puede que recapitule muchas cosas pero no ese bello instante en los cerros.
Pero... ¿Qué tal si sí recapitulo ese momento antes de morir? ¿Y qué tal si, al revivir el momento de reflexión, me doy cuenta que estoy viviendo eso por segunda vez y caigo en la cuenta de que estoy muriendo? ¿Qué podría pasar?
Tal vez podría apenas ganar algo de fuerza y mover un poco mi cuerpo moribundo. Tal vez podría alargar mi momento de recapitulación, y así sólo retardar el momento final. Quizás podría hasta intentar volver a la vida por completo. O quizás podría, a la luz de mi toma de conciencia, esbozar, ahí mismo en la cima del cerro, una sonrisa en mi cuerpo-recapitulador que hasta podría repercutir en mi cuerpo físico. O acaso podría, al menos, darme cuenta que estoy muriendo y volverme lúcido en esos últimos instantes... A fin de cuentas, ¿quién sabe?...
Cualquier cosa vale. Para mí, cualquier cosa es mejor que terminar débil, absolutamente sin control, como un juguete de la vida y de la muerte a la deriva de sus caprichos.


Nadie nos ha impuesto reglas para vivir, y nadie nos va a imponer reglas para morir. Todo es resultado de nuestra voluntad. ¿Qué tal si podemos cambiar aunque sea un pequeño rasgo, un pequeño instante del curso corriente del destino humano?
Para mí, cualquier cosa valdrá la pena. No sé qué va a pasar, pero puedo jugar a cambiar lo posible. Mal que mal, una de las pocas cosas sabias que puedo decir en esta vida es: A fin de cuentas, ¿quién sabe?...

sábado, mayo 27, 2006

podré escribir algo de verdad...


Podré escribir algo de verdad
De verdad sincero
De verdad de dentro
Como el agua

Acá estoy solo y solo
quiero estar
Más allá de mis pensamientos
Corre un río
Y va y va y va con calma
Puede que nunca halle
El lado de mi alma
Que crece en ti

Todo pasa tan raro
Todos caen por debajo
Todo lo hacen y yo sigo

Y tengo tanto
Y tanto te quiero
Que por un momento
creo que mis sentimientos
Están allá contigo y nunca yo
Voy a conocerlos

Los juegos están prohibidos
Para los que siempre queremos
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